27 febrero, 2011

Barítonos y estilos.

Barítonos 

 Contaba Celletti que la escuela baritonal italiana de finales del XIX, la que produjo a Cotogni , Battistini, De Luca o Stracciari , vivía de un cierto idealismo deudor de la poética del romanticismo de Victor Hugo, era esa misma poética la que le  contagiaba un  aire aristocrático, ese  fraseo áulico y florido, la dulzura, la nobleza y elegancia al canto de  Rigoletto, el  Conde de Luna, Carlo di Vargas etc...
Pero el romanticismo de corte idealista dará paso al realismo y será la moda realista la que se encargue de subrayar en  estos personajes sus aspectos más carnales y perversos,  los elementos o inflexiones más protervas ,viles o satánicas , como bien dijo el  tempranamente desaparecido Gonzalo Badenes (1).
A Titta Ruffo entre los barítonos se le atribuye haber introducido y puesto de moda este nuevo modelo de interpretación, un modelo verista en el que la truculencia, el exceso , lo temperamental , en resumen los elementos dramáticos tienden a una exacerbación o falta de inhibición que compromete la misma técnica vocal , se buscará en el barítono  los matices oscuros  del timbre, las  resonancias nasales , los sonidos reforzados frente a la emisión  antigua más ligera o aérea, donde los reguladores dinámicos jugaban un papel fundamental.
 La moda verista marcará  la tendencia a cantar todo en un constante mezzoforte , desembocando a menudo en una linealidad que roza la monotonía.Sin embargo no es éste el significado del arte de Ruffo , muy superior a lo descrito, que más bien se refiere a la deriva a la que llevó su imitación , eso que se ha llamado la escuela del mugido.
Cuando aparece Ruffo, en un  momento de la belle epoque de los barítonos ,entre las postrimerías del XIX y comienzos del XX , un tiempo en que practicamente los barítonos  hacían la competencia a los tenores por su color claro, el uso de delicadas  florituras ,  las  exquisitas filaturas  bordadas en sus frases ,el patético abandono que conseguían dar a sus personajes ,  su canto fue como  un despertar orgulloso y terrible . Sin énfasis y sin manierismos truculentos, su llegada  , dicho con una imagen felizmente encontrada por Celletti , fue la irrupción de un bárbaro y joven gigante en medio de un palacio repleto de refinadas estatuillas alejandrínas.


Si bien las grabaciones nunca dan la medida del auténtico status de una voz,  no podemos negar que lo que escuchamos en las de Ruffo tiene algo sobrecogedor, que responde bien a las imágenes a través de las cuales quienes le escucharon presencialmente le atribuyeron,  en especial quiero referirme aquí a Lauri-Volpi, quién a petición del hijo del barítono prologó la magnífica autobiografía que nos dejó, "La mia parabola" .  Lauri-Volpi dice así de Ruffo; "Voz leonina, sin fronteras, a veces sonaba rugiente o tronante , con una pulsación interna casi animal, de un poder percutiente que se creería  amalgamada con hierro , otras  veces sonaba  languideciente o arrastrada, portadora de un torrente de secreta y oscura melancolía ...",  melancolía como la que se encierra en su propio nombre , Ruffo , nombre del  perro cuya muerte su padre  no podía dejar de llorar y con el que le bautizó al nacer. 








(1)  En"Voces", libro del que es autor el mencionado crítico; Gonzalo Badenes.







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